Mejorar las relaciones: el cómo importa más que el qué
Cómo mejorar las relaciones es algo que nos planteamos a menudo cuando surgen los conflictos en la sociedad, en la empresa, las parejas, la familia o los amigos. Mejorar las relaciones es un aspecto crucial para disfrutar más. En este artículo se muestra un sencillo concepto que sin duda aportará una nueva perspectiva: el cómo importa más que el qué.
Cada conflicto es una posibilidad de mejora
Tomémonos esto como una perspectiva más desde la que observar los conflictos relacionales. Así será más útil que darlo como una verdad absoluta. Adoptar esta postura ante una situación difícil en una relación incrementará las posibilidades de sacarle un mejor partido y facilitará que la información fluya y la relación cambie, evolucione hacia donde necesite hacerlo.
En una relación somos una parte, crucial y a la vez partícipe del conjunto. Independientemente del rol externo, de jefa, de empleado, de padre, amiga o de hija, da igual. Esto nos ha de dar acceso a la responsabilidad que tenemos en cada una de nuestras relaciones y ante el conflicto, una vía de acceso a la comunicación –especialmente esencial-, una predisposición a escuchar y a expresarnos.
Generalmente los conflictos en las relaciones se canalizan bien mediante el ataque (elevar el tono de voz, hablar más que escuchar, con desdén o culpabilizando, incluso mediante el empleo de la agresividad) o bien mediante la huída (apartándose físicamente, mostrándose a la defensiva, quedándose impasible o bloqueado). Y si se prolonga en el tiempo hasta se pueden suceder ambos procesos en una espiral destructiva.
Hasta aquí cada uno podrá haber pensado en una relación conflictiva, con un hijo adolescente, con un compañero del trabajo, con la pareja o familiares, viéndose reflejado en discusiones que desde luego no nos agradan.
Entonces nos planteamos: ¿Cómo mejorar las relaciones? Antes de nada, diseñando la relación.
Diseñar la relación, puede sonar raro y resultar muy útil
Imagina dedicar un espacio en el que de un modo abierto pudieras escuchar y aportar el modo en que emprender un viaje, un proyecto, un fin de semana, una relación. Un espacio en el que definir qué es lo importante para l@s demás y para ti, cual es la manera deseada de recibir valoraciones, de afrontar los conflictos y hasta de alinearse en pro de un objetivo común. Y además con posibilidad de modificar esas premisas conforme la relación avanza. Eso es un modo efectivo de construir y promover relaciones fructíferas, saludables y creativas.
De hecho, en ocasiones es un proceso implícito al emprender situaciones o proyectos conjuntos, en su fase de planificación. Cuando compartimos deseos, amenazas percibidas, metas o aspectos relacionados con un evento futuro, obtenemos información útil para poder decidir nuestro comportamiento de un modo más acertado. Otras veces el paso del tiempo, el estrés o el no poner foco en la relación hacen que nos saltemos las premisas que garantizan la satisfacción mutua y generalmente entonces cada uno mira por sí mismo.
Ejemplos prácticos de aplicación. En estos casos intervinieron muchas más herramientas, actitudes y competencias de liderazgo e inteligencia emocional, no obstante en todos hubo un momento en el que se diseñó –o rediseñó- la relación.
A un departamento comercial le es asignado un proyecto de carácter técnico, implantar un nuevo sistema informático a nivel nacional. De un modo evidente este proyecto se asocia a una mejora en el servicio al cliente y en las ventas. El equipo lo recibe con ilusión y se asignan responsables a distintos niveles de la estructura de la empresa para empezar su desarrollo y posterior implantación. Pronto surgen los conflictos:
- El proyecto supone una carga adicional de horas de trabajo para personas que ya tenían cubierta su jornada. Cada uno decide hasta dónde “regalar” su tiempo
- Para que el sistema informático sea funcional requiere de cambios en el modo de trabajar dentro y fuera del departamento impulsor. Se hacen más evidentes y palpables los inconvenientes que los potenciales beneficios
- Quienes apuestan por el nuevo sistema pronto se encuentran con que no funciona bien y tratan de ayudar al departamento comunicando una avalancha de errores y posibilidades de mejora que no son solucionables a corto plazo. En muchas ocasiones la no respuesta se percibe como una falta de implicación y se opta por dejar de informar de los errores
- Los plazos inicialmente previstos no se cumplen, es más, pronto se descubre que lo que se dio por supuesto no es suficiente y los plazos de implantación previstos se amplían en un 2000%
- Surgen las tensiones y los conflictos en las relaciones entre los impulsores del proyecto, proveedores, departamentos asociados y en los propios usuarios. La percepción creciente es que el nuevo sistema no puede aportar más que problemas
Ante esta situación, l@s líderes del departamento comercial deciden reforzar las relaciones que el proyecto abarca:
- Destinan tiempo y recursos a que las personas se conozcan en un plano personal “fuera de roles externos” presentando al resto de la empresa el proyecto, con actividades informales. Surge el acercamiento y la predisposición a la colaboración
- Pautan reuniones abiertas a exponer las consecuencias reales con enfoque en contribuir y no en imponer. Surgen compañer@s de trabajo interdepartamentales
- Priorizan el asesoramiento personal a aquellos que sí creen de antemano en el proyecto. Pronto surge el interés en el resto
- Se producen muchos encuentros informales entre los miembros del núcleo sin que el tema a tratar sea el proyecto
- Es decir, paulatinamente se define y se adapta entre tod@s el mejor modo de trabajar junt@s. El proyecto se implanta con éxito y contribuye a la modernización de la empresa.
Un grupo de amigos decide emprender su primer gran viaje internacional no organizado. No han dedicado demasiado tiempo a planificar la ruta, ni la logística ni el viaje en sí, aunque cada uno de ellos está tremendamente ilusionado con él. Entre ellos algunos mantienen relaciones más cotidianas, otros son amigos de amigos y otros son amigos de la infancia. Los tres primeros días las cosas van saliendo sobre la marcha sin problemas evidentes. En el fondo cada uno tiene su propia opinión sobre cómo están yendo las cosas y, al toparse con una situación no esperada (se hace tarde y no han encontrado un sitio donde pasar la noche) surgen los reproches y las malas formas en los días siguientes:
- Se busca un culpable de la situación por lo que las acusaciones se suceden sin un motivo objetivo. Surge la percepción de que “alguien está en mi contra”
- Brotan explosiones de malestar sobre situaciones pasadas, algunos se quedan desconcertados por el impacto que han generado en otros sin ser conscientes
- Alguno expone lo poco que se ha contado con él para definir el viaje, unos quieren priorizar un tipo de destino (ciudades) y otros no (naturaleza). Se empiezan a votar las decisiones
- Alguno tiene la percepción de que se le está dejando al margen y otros de que los demás no se adaptan al grupo, las conversaciones distendidas por la noche se tornan en silenciosos momentos de incertidumbre sobre qué acontecerá al día siguiente
Una discusión sobre la seguridad detona las emociones y deciden detenerse a discutir. Todos exponen sus motivaciones sobre el viaje, lo duro que han tenido que trabajar para podérselo permitir y las ganas de disfrutar lo que queda de él. Dedican una tarde a hablar sobre:
- Definir algo que para cada uno sea imprescindible visitar. Algunos coinciden, y los que no, igualmente se sienten escuchados
- Se planifica someramente la ruta de los siguientes días. Las inquietudes se calman cuando todos ven sus requisitos mínimos cubiertos
- Se exponen unos a otro el modo en que se conocieron y qué es lo que les gusta de los demás. La positividad y el buen humor dan paso a las disculpas por los malos comportamientos de días anteriores
- Definen varios puntos en común sobre actividades que todos quieren llevar a cabo, la adaptabilidad entre unos y otros se hace patente
- Se asignan protocolos sobre aspectos del día a día como quien conduce, cómo asignar las camas en los diferentes alojamientos, cómo decidir dónde . Desde esa definición previa surgen espontáneamente las decisiones de cesión y cambio, se refuerza la predisposición a pasarlo bien y permitir a los demás que también lo hagan
- Pasan los años y el viaje sigue siendo recordado como una gran experiencia
Una pareja lleva cerca de un año viviendo juntos. Si bien los comienzos de la convivencia fueron conflictivos, poco a poco la rutina ha ido calmando los enfados. Cambios en el trabajo de los dos han hecho que compartan menos tiempo juntos, con lo que aprecian que sea satisfactorio para los dos. El tiempo pasa y el estrés llega al hogar cada noche.
- Ambos necesitan tener la atención del otro por encima de la que pueda dedicarse a sí mism@. Es el origen de las malas contestaciones
- En ocasiones uno de los dos necesita desconectar o descansar, cuando el otro necesita ser escuchado. Ambos tienen la sensación de desamparo y egoísmo por parte de su pareja
- Las tareas del hogar quedan pendientes y se espera que sea el otro quien las lleve a cabo. Se acaban haciendo alternadamente, pero la sensación es de que se hace más que el otro
- El apetito por los momentos íntimos desaparece, surgen los pensamientos de “no gusto a la otra persona”
- Ambos se sienten menos atraídos por la pareja
Se acercan las vacaciones y las discusiones están a flor de piel. No obstante ambos acuerdan definir cuándo se van a sentar para hablar del tema. Tras una fuerte discusión deciden:
- Definir qué es “sagrado” para cada uno a nivel individual. Surge la comprensión y el respeto por la autonomía del otro
- Dedicar los 10 minutos previos a llegar a casa a desconectar del trabajo para conectar con la pareja, predisponerse a estar juntos. Se suceden las muestras de apoyo y el cariño
- Exponer sin tapujos las preferencias y limitaciones al lugar de destino de las vacaciones, para cada opción establecen pros y contras. Les cuesta una tarde acordar un destino con el que los dos están satisfechos
- Establecer por lo menos un día a la semana en el que llegar antes del trabajo para poder hacer juntos, con música, las labores del hogar. El entorno se hace más agradable
- Dedicarse dos tardes a la semana para poder hablar tranquilamente sin tener la tele de fondo. Dan permiso para que los momentos de intimidad surjan
- Se dan cuenta que este es un ejercicio a llevar a cabo de vez en cuando ya que las premisas varían de manera diferente en cada uno con lo que la comunicación es un aspecto muy importante para la pareja. Lo establecen como prioridad ante cualquier conflicto
Cada relación es distinta, ahora bien, el cómo importa en todas más que el qué. Es decir, pararse a definir cómo estar, compartir, jugar, trabajar juntos impulsará el «qué» de la relación, y no a la inversa. Nos ayuda a establecer un proceso de mejora continuo en las relaciones. Además, para perder el foco, despistarnos, enfadarnos o pensar sólo en uno mismo, siempre estamos a tiempo.
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Pablo Lapuente
Fundador/Instructor en LIFE Leadership School (www.lifeleadershipschool.com)
Formador y Coach especializado en Liderazgo, Organizaciones y Relaciones e Inteligencia Emocional
Guía de Montaña y de Piragüismo