Gestión del riesgo y el Congost de Montrebei. Lo que la Naturaleza nos enseña

Image

Aprovechamos nuestros pasos para abarcar la Gestión del riesgo aplicada sobre el Congost de Montrebei, repasar las huellas que el paso de los tiempos ha impreso en la Serra del Montsec relatar una ruta más allá del Congost

Empezaba el día silencioso, frío, sin apenas viento y con un parte meteorológico un tanto incierto: uno de los frentes húmedos que tanta nieve han dejado en la vertiente sur de los pirineos este invierno se aproximaba por el sur. Las grullas ya habían pasado por aquí en su migración otoñal al sur y el equipo estaba mermado por bajas de última hora, hecho que facilitó un clima aún más íntimo entre nosotros.

Equiparable a nivel físico con una ascensión en el día al Vallibierna (un tresmil) desde Llauset

Afrontábamos una jornada larga y exigente, con 1.000 metros de desnivel positivo y un recorrido de 15 km que incluía secciones sin sendero trazado y algún tramo con exposición donde emplear también las manos para poder progresar.  Equiparable a nivel físico con una ascensión en el día al Vallibierna desde Llauset. El punto de inicio era el parking de la Masieta (al que se accede desde Puente de Montañana/Pont de Montanyana) y el objetivo era acceder al lomo del Montsec D’Ares para atravesarlo por el Grau de l’Onso, descendiendo hasta Mas Carlets para –ya por el GR 1– cruzar el Congost de Montrebei visitando la impresionante entrada de la Cova Colomera.

El magnífico Congost de Montrebei se ha masificado de un tiempo acá sobretodo en los fines de semana, entre La Masieta y las Pasarelas de Montfalcó.  En 1999 la vertiente catalana fue adquirida por la Fundación Catalunya-La Pedrera con la finalidad de preservar sus valores naturales y paisajísticos. Un fin de semana ordinario en los meses de primavera a otoño se puede caminar en hilera de inicio a fin y aún así no dejarse de maravillar por sus paredes. Es natural que surja el conflicto sobre la seguridad, la preservación de sus valores y la masificación. Si un lugar tiene un interés propio del entorno y es accesible, tarde o temprano se masifica, como la pradera de Ordesa, y –si se puede– se explota comercialmente. Cuando esto ocurre la probabilidad de accidentes incrementa y con ello la de que se pidan responsabilidades y se trate de “solucionar” el problema.


El Congost de Montrebei como objeto de análisis de la gestión del riesgo

[shortcodelic-box position=»topicon» custom=»success» dismiss=»»]

Vamos a tomar el Congost de Montrebei como objeto de análisis de la gestión del riesgo, siendo aplicable a otros muchos ámbitos:

¿Para qué sirve la gestión del riesgo? Para minimizar la probabilidad de padecer un daño o efecto no deseado.

¿De qué depende el riesgo? El riesgo va en función de tres variables fundamentales, que interactúan entre sí: Peligros + Vulnerabilidad + Exposición.

El peligro es aquello que provocaría un daño. En este caso podríamos considerar la caída de piedras y la caída de caminantes (desde un tramo aéreo).

La vulnerabilidad es la disposición al daño. Factores que hacen que en caso de estar expuesto al peligro, seamos un blanco fácil. En este caso el tamaño y comportamiento del grupo, así como la confluencia en un mismo punto del trayecto serían factores aplicables.

La exposición es el ponerse en situación de sufrir un daño. Pasar por el Congost habiendo una hilera de gente –mayor tiempo en atravesarlo- y encima en ambos sentidos –menor espacio disponible– nos expone más a los peligros.

El riesgo crece si aumentamos cualquiera de estas tres variables:

  • Varios peligros a la vez: desprendimientos y caídas. O el impacto potencial del daño (herida, lesión, fallecimiento): caída de piedras, pequeñas, grandes o bloques de roca
  • Varios factores de vulnerabilidad: un grupo de 20 personas de despedida de soltero
  • Incremento de la exposición, en tiempo o forma, por ejemplo tardando 3 horas en cruzarlo o hacerlo en bicicleta (eje de gravedad más alto y mayor exposición a una caída)

Por lo tanto en la gestión del riesgo trataremos de minimizar las tres variables:

  • Sobre los peligros, mitigando su impacto: fijando redes de contención de caída de piedras, fijando una pasarela o equipando una línea de vida sobre la que poderse asegurar (a modo de vía ferrata)
  • Sobre la vulnerabilidad, reduciendo lo que incide directamente en la probabilidad de padecer daños : Limitando el acceso a grupos de más de 10 personas, fijando un adulto responsable por cada niño menor de 10 años, llevando casco, organizando el paso por horas o por un itinerario alternativo al de la ida
  • Sobre la exposición, gestionando el flujo de caminantes por hora para evitar aglomeraciones que incrementen el tiempo de recorrido, limitando el acceso en bicicleta fuera de los fines de semana más concurridos, limitando el acceso con carritos para niños para reducir la exposición a caídas, fijando un itinerario diferente al de la ida para regresar (como el antiguo paso también horadado en la roca unos metros más abajo del camino principal)

Vemos medidas paliativas redundantes por afectar a la vez a distintos factores. Ahora sería momento de obtener una visión integrada de todas ellas para escoger medidas más alineadas con los valores naturales y paisajísticos propios del entorno así como con los de los propios visitantes.

Generalmente la regulación del acceso para evitar aglomeraciones e información sobre consejos para minimizar tanto el impacto sobre el entorno como los riesgos, serían bien aceptadas. Otro tipo de medidas más intervencionistas como fijar redes anticaída (de personas), vallas u otros elementos generarían mayor controversia entre el público excursionista por su impacto en la experiencia de cruzar el Congost de Montrebei. No obstante estar abierto a nuevas propuestas puede impactar positivamente tanto en las economías locales como en la experiencia del visitante, como parece que han conseguido las pasarelas de Montfalcó. Si otros refugios/albergues se habilitaran y/o enlazaran en la zona (Mas Carlets, Sant del Bosc, Rúbies, Hostal Roig, Sant Esteve de la Sarga, Hostal del Llac, Viacamp) incluso el trekking en sí podría dar sus frutos en cuanto a la divulgación natural del Montsec (d’Estall, d’Ares y de Rúbies) y sus alrededores.

+ Info sobre el Congost de Montrebei y su gestión: http://www.lavanguardia.com/local/lleida/20170103/413052243249/pueblos-lleida-aragon-mancomunidad-mont-rebei.html

[/shortcodelic-box]

No obstante, aquel sábado “incierto” había dejado el monte para los menos domingueros. En todo el recorrido nos cruzamos con apenas 3 personas. Emprendíamos la ascensión por los Barrancos de la Maçana y Sant Jaume, sorprendidos por la humedad y el microclima que conforma éste último en su parte más baja, donde además descubrimos -prácticamente mimetizado en el entorno- un “pou de gel”, un pozo de hielo de los empleados antaño.

Gestionamos un buen ritmo que nos llevó en hora y media al yacimiento arqueológico de los Altimiris. Restos palpables de un sistema de canalización de agua, un pozo, cimientos de viviendas y un templo (ahora semirestaurado) son los vestigios de un antiguo poblado-conjunto monástico visigodo habitado entre los siglos V y IX, que se lleva estudiando desde hace varias campañas. http://www.naciodigital.cat/pallarsdigital/noticia/6086/comencen/excavacions/al/jaciment/arqueologic/altimiris

Seguimos ya desde la Plana de Montrebei dirección sur por un tramo en el que no existe sendero evidente, a lo “jabalí”.  Abriéndonos paso entre las matas de Boj y antiguos tocones de inmensos robles llegamos al fin del contrafuerte hasta una caída vertical de aproximadamente 10 metros que sorteamos fácilmente por el oeste, para continuar el ascenso sin sendero pero ya por un terreno de más fácil progresión. Finalmente coronamos el Montsec d’Ares –a la altura del Grau de l’Onso-, y buscamos un rincón resguardado donde reponer fuerzas y disfrutar del silencio y del hermoso paisaje a nuestro alrededor, antes de emprender la bajada. –Qué bien saben los bocadillos aquí arriba-.

La alegría que da la recompensa tras el esfuerzo

El Grau de l’Onso es un paso para sortear las verticales paredes del Montsec D’Ares, donde es necesario emplear las manos para progresar con seguridad. Nos llevó unos 45 minutos descender ya al Prat d’en Lluis, base de operaciones de multitud de escaladores. Seguimos descendiendo hasta las –casi- ruinas de Mas Carlets, donde verificamos que la fuente no daba agua. Ya sobre el GR 1 tomamos rumbo norte hacia los guardianes del Noguera Ribargorçana, las impresionantes murallas de cerca de 500 metros de altura del Congost de Montrebei. Apenas nos encontramos gente y pudimos dar rienda suelta a nuestra imaginación, a la alegría que da la recompensa tras el esfuerzo, y, cómo no, a seguir explorando el último recoveco de la ruta, la Cova Colomera. Es también un yacimiento arqueológico, usado como punto de resguardo de personas y ganado. Alberga una colonia de grajos –gralles- que nos dieron la bienvenida nada más acceder a su entrada tras superar unos cortos pasos equipados con grapas para evitar resbalones.

Es en experiencias como ésta, con un equilibrio perfecto entre tiempo, esfuerzo y motivación, cuando al reparar un poco de atención entramos en contacto con la tierra, con el lugar, y con su relevancia más allá de su historia reciente. Facilitándonos una experiencia completa y grata, más allá del Congost de Montrebei.

 

Más sobre liderazgo, Inteligencia Emocional, Naturaleza y otros temas en este blog,  síguenos en fbk o  suscríbete a nuestra Newsletter –introduciendo tu nombre y email al pie de esta página-.

¡Conoce experiencias inspiradoras: nuestros cursos y talleres de Inteligencia Emocional y Liderazgo en la Naturaleza!

Pablo Lapuente coachingPablo Lapuente

Co-Fundador/Instructor en LIFE Leadership School

Formador y Coach especializado en Liderazgo, Organizaciones y Relaciones e Inteligencia Emocional

Guía de Montaña y de Piragüismo