Propósito, silencio y atención en la Berrea del ciervo en Bonabé
Con propósito, silencio y atención, adoptando el rol de observadores de la naturaleza, de los demás y de nosotros mismos, damos grandes pasos hacia la comprensión del gran, complejo y diverso mundo al que pertenecemos y del que somos parte. En la berrea del ciervo en Bonabé, cerca del Refugi del Fornet, en el Parc Natural de l’Alt Pirineu.
Habíamos estado analizando la orografía de los valles que contribuyen al Noguera Pallaresa en su parte alta, dentro del Parc Natural de l’Alt Pirineu, a sabiendas de que en esta zona los ciervos celebran cada otoño la berrea, su ritual de apareamiento. Ya en agosto habíamos visto indicios de rincones propicios para su observación aunque sin la certeza de que estarían justo allí esperando nuestra visita, nos los teníamos que ganar.
Uno de los propósitos compartidos de la ruta era la observación de fauna, rastros y hábitats característicos de este magnífico rincón del Pirineo de Lleida. Partíamos con un nivel de curiosidad alto, predisposición a contribuir al propósito y expectativas por cumplir. El plan era acceder a un punto estratégico donde teníamos localizado un collado desde donde tener un gran ángulo de visión, cerca de un revolcadero, desde donde posicionarnos estratégicamente según la confluencia de bramidos una hora antes de la caída de la noche.
La berrea del ciervo consiste en la competición entre los machos para hacerse con un grupo de hembras que a su vez escogen a los ejemplares más vigorosos, fuertes y sanos. Aproximadamente entre finales de septiembre y principios de noviembre, se oye a los machos bramar día y noche, a modo de demostración de poderío, incluso se les puede ver enfrentándose a golpe de cornamenta, moviéndose bruscamente bien para tratar de conservar las hembras conquistadas como para echar a posibles contrincantes. Mientras, las hembras en celo observan en pequeños grupos con una actitud desinteresada, pastando como si fuesen ajenas al enorme esfuerzo de los machos, analizando cual es el que ofrece mejores garantías de fecundación. Esta actividad se concentra principalmente al amanecer y al alba, aunque no es raro escucharles durante día y noche.
Existe pues, en ese periodo, un propósito común bien definido y compartido por todos los ciervos, reproducirse. El resto del año viven desperdigados ocultos en masas boscosas o de matorral alto, solitarios los machos veteranos y en pequeños grupos las hembras, acompañadas de algún macho joven. No obstante ese propósito común les hace concentrarse en zonas, para facilitar esa selección, para que al final la especie en sí se vea beneficiada y cada uno haya tenido su oportunidad.
Estar alineados hacia el mismo propósito u objetivo contribuye a que éste se haga realidad
En nuestro caso ese objetivo o propósito común era el presenciar el espectáculo de la berrea y conocer más sobre la naturaleza, dedicamos un momento a definirlo. Gracias a ello el mantener la atención, la curiosidad y sobretodo el silencio fue un ejercicio natural, una predisposición total a que, al final, aquello que queríamos acabara sucediendo.
Y no dependía solamente de quererlo, había muchos más factores en juego, aunque con tanta predisposición, se agudizó el sentido del oído, nos predispuso a no hacer ruido al caminar, a hablar en voz baja, a detectar los mejores puntos de observación. Imagino que vistos desde fuera por alguien ajeno a nuestro propósito pareceríamos una manada de lobos, más animales que nunca, empleando nuestros sentidos para detectar a nuestras presas y cazarlas con nuestras cámaras y prismáticos. Concentrados y motivados en aquello que estábamos haciendo.
Los machos más viejos son los que empiezan antes a bramar y los que antes dejan de hacerlo. Los ciervos más vigorosos y fértiles tienen una cornamenta mayor, que producen año tras año aproximadamente entre los meses de abril y septiembre, cuando pierden la piel que ha servido para irrigar su formación y crecimiento. En marzo se les caen las cuernas para, inmediatamente después, empezar a crecer de nuevo. Y a principios de verano, tras 8 meses de gestación, las hembras dan a luz a una sola cría, excepcionalmente dos.
Llevábamos andados más de 900 metros de desnivel positivo acumulado (suma de los metros de ascenso de todos los tramos en los que se ha subido) y 14 km de distancia recorrida y sin embargo nadie manifestó síntomas de cansancio, la motivación -la pasión- era tal que allí estábamos pendientes de presenciar el espectáculo. La motivación enfocada tiene la capacidad de desviar la atención en las sensaciones que uno tiene.
El modo en que “soñamos” nos predispone al modo en que vivimos
Pasa en las rutas de montaña o en kayak y también en la vida: Cuando nos enfocamos en aquello a lo que tememos, en el esfuerzo necesario, en lo que nos va a costar llegar.. el día se nos hace eterno, nos venimos a menos y generalmente sólo esperamos que aquello se acabe. Por el contrario, estando “distraídos”, motivados por alcanzar una meta o sumamente enfocados en algo.. el día pasa rápido, como el resto de cosas que a nuestro alrededor quedan desapercibidas. En el ámbito del coaching de organizaciones y sistemas relacionales se habla de tres niveles de realidad (Arnold Mindell). A esta percepción de la realidad basada en lo que está por venir, se la llama realidad de ensueño, con su sueño máximo (lo mejor que podemos imaginar que acontezca) o su sueño mínimo (las peores expectativas posibles). El modo en que “soñamos” nos predispone al modo en que vivimos. Es predominante en personas que miran más allá del momento presente, visionarias, con sentido de aventura en un sentido amplio en el que de todo puede pasar.
La motivación enfocada tiene la capacidad de desviar la atención sobre las sensaciones que uno tiene
Es decir, de algún modo, podemos enfocarnos bien en aquello que nos inquieta o bien en lo que quisiéramos ver cumplido, y en función de ello tomar nuestras decisiones. No es tarea fácil. Además los 900 metros de desnivel y los 14 km recorridos están ahí, es decir, el cansancio físico y sus posibles consecuencias siguen estando ahí aunque no les prestemos atención. Los ciervos también, la noche y el frío.. también. Tomar decisiones sobre hechos tangibles y medibles implica hacerlo bajo la percepción de la realidad consensuada. Es característico en personas pragmáticas, ceñidas a la información de que disponen, muy racionales.
También existen comportamientos sumamente instintivos, fuera del alcance racional y del generado por las expectativas, como el que empuja a los ciervos a agruparse y bramar para el apareamiento, a las ciervas a agruparse lideradas por una hembra veterana, o a personas que se dejan llevar por las sensaciones internas más allá de lo que conocen o esperan. Simplemente por instinto. Como el que nos puede influir al conocer a alguien, al decidirnos por algo que nos da miedo, o huir de lo que en apariencia nos resulta atractivo. A este nivel de realidad se le llama –en el ámbito del coaching de organizaciones y sistemas relacionales- el nivel de esencia sensible, en el que la naturaleza de cada ser tiene un potencial atemporal no ideado. Como el que todo ser vivo tiene como transformador de materia y energía.
Perder la capacidad de conectar con otros niveles de realidad nos puede suponer encontrar “callejones sin salida”
Durante la berrea los ciervos macho están totalmente enfocados en aparearse: conquistar su harén de hembras, preservarlo de intrusos y copular. Tal es su nivel de obcecación que hasta casi dejan de comer, y ante un predador o una amenaza son las hembras las que suelen emprender la huida. Perder la conciencia o la capacidad de conectar sobre otros niveles de realidad, le pueden costar la vida. Y a nosotros nos puede suponer encontrar “callejones sin salida”.
Tal vez por eso, tras haber saboreado el gusto de las expectativas matutinas, el de los avistamientos tangibles de grandes machos con sus cornamentas y el de estar en una profunda e instintiva conexión con nuestro entorno, tras haber avistado -además- el mítico y escaso urogallo regresamos en marcha nocturna con una grata sensación de autenticidad, bajo un cielo repleto de estrellas dominado por el guiño de una luna creciente.
Con el propósito del silencio y la atención, adoptando el rol de observadores, de la Naturaleza, de los demás y de nosotros mismos, damos grandes pasos hacia la comprensión del gran, complejo y diverso mundo al que pertenecemos y del que somos parte.
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Pablo Lapuente
Co-Fundador/Instructor en LIFE Leadership School
Formador y Coach especializado en Liderazgo, Organizaciones y Relaciones e Inteligencia Emocional
Guía de Montaña y de Piragüismo